En mi camino hacia la iglesia por la calle
Sagrado Corazón de Jesús, encuentro una casa cuyas paredes están recubiertas de
unas parras con numerosos racimos de uvas. Es verdad que si tomo otra calle me
encuentro con otra parra que no tiene ningún racimo. En tiempos no muy lejanos
estas parras dentro del pueblo eran más abundantes. Además de estas vides
domesticas, han abundado y todavía encontramos algunas higueras dentro del
casco del pueblo.
La vid y la higuera, son dos plantas
bíblicas, de modo que en tiempos de paz, como en el reinado del Rey Salomón,
cada israelita se sentaba bajo su parra y bajo su higuera. La viñas bíblicas
tienen su historia que empieza con Noé "Noé era agricultor y fue el
primero en plantar una viña. Bebió del vino y se emborrachó y quedó desnudo
dentro de su tienda." (Génesis 9,20-21).
Otra viña fue ocasión de mayores males en
tiempos de Elías, cuando el rey Acab quiso adquirid de Nabot la viña heredada
de sus padres, y al negarse a vendérsela, la reina Jezabel entró en acción para
quitarse de en medio a Nabot mediante calumnia y asesinato, para ofrecerle a su
marido la viña. (1 Reyes 21).
En numerosos pasajes del antiguo testamento
la vid y la viña representan al pueblo de Israel. En Isaías tenemos el canto a
la viña. Dice el profeta: "Mi amigo
-el Señor- tenía una viña en un fértil collado, la entrecavó, quitó las piedras,
plantó nuevas cepas, construyó en medio una torre y cavó un lagar. Esperaba que
diese uvas, pero dio agrazones... Pues os hago saber lo que haré con mi viña:
quitar su valla, destruir su tapia, no la podarán ni escardarán, allí crecerán
zarzas y cardos... La viña del Señor del universo es la casa de Israel.
Esperaba de ellos derecho y ahí tenéis sangre derramada, esperaba justicia y
ahí tenéis lamentos" (Isaías 5).
El salmo 79 con la misma imagen de la viña
narra la historia de Israel desde la salida de Egipto hasta que se
establecieron en Canaán y con un final semejante al que cuenta Isaías.
El libro de los Números (uno de los cinco de
Moisés o Pentateuco) nos habla de los exploradores que por orden del señor
mandó Moises para reconocer la tierra prometida, y en este pasaje la viña
aparece como signo de abundancia. La exploración se limitó a la región de
Hebrón: "Subieron por el Negueb y
llegaron hasta Hebrón... llegados al Valle de Racimo cortaron un ramo con un
solo racimo de uvas, lo colgaron en una vara, y la llevaron entre dos. También
cortaron granadas e higos" (Número 13 21 y siguientes). Esa zona la
recorrí en mi peregrinación a tierra santa, en el camino de Jerusalén a Hebrón
había pequeñas parcelas de viñas con terreno pedregoso y muy seco. Por eso las
vides estaban como agarradas al suelo para conservar la humedad que les llega
de rocío de la noche. Explicaba el guía que hoy esas vides siguen dando racimos
enormes.
Frente a la ingratitud de Israel, la viña que
no dio uvas sino agrazones Jesús se presenta como la vid verdadera, autentica,
siendo su Padre, el que la cultiva y sus discípulos las ramas. Y ahora, "si una de mis ramas no da uvas la
corta, pero si da uvas la poda y la limpia para que de mas... el que permanece
unido a Mi y yo al él da mucho fruto, pues sin mí no podéis hacer nada... yo
soy la vid, vosotros los sarmientos, quien no permanece en mí lo tiran fuera
como el sarmiento y se seca. Luego lo recogen y los echan al fuego y
arden" (Juan 15, 1 y siguientes).
Destaquemos en este pasaje y en otro de San
Juan su insistencia en "permanecer unidos a la vid verdadera que es
Cristo".
Saludos,
ResponderEliminar-Manolo-
Padre reconforta tu escrito como siempre, acorta la distancia e invita a permanecer Unidos a Cristo, la Vid Verdadera. saludos desde Paraguay. Nilda
ResponderEliminar